Después del Concilio de Calcedonia en el año 451, el siguiente concilio ecuménico fue el Segundo Concilio de Constantinopla, celebrado en el año 553 bajo el patrocinio del emperador Justiniano I.
Este concilio buscó resolver las tensiones persistentes que surgieron tras Calcedonia, especialmente con las Iglesias orientales que no aceptaron sus decisiones.
La principal controversia abordada fue la conocida como la cuestión de los “Tres Capítulos”. Se trataba de escritos de tres teólogos (Teodoro de Mopsuestia, Teodoreto de Ciro y Ibas de Edesa) que habían sido considerados heréticos por muchos por su conexión con el nestorianismo. Justiniano, en un esfuerzo por reconciliar a los cristianos calcedonianos y no calcedonianos, presionó a la Iglesia para que condenara estos escritos. Aunque los obispos de Occidente, incluyendo al papa Vigilio, inicialmente resistieron, finalmente se aceptó la condena de los “Tres Capítulos”.
El concilio reafirmó las conclusiones de Calcedonia sobre las dos naturalezas de Cristo, pero también trató de subrayar la unidad de su persona, en un intento por apaciguar las preocupaciones de los monofisitas. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, las divisiones con las Iglesias ortodoxas orientales no se resolvieron y continuaron marcando la separación entre Oriente y Occidente.
Este concilio, aunque menos conocido, fue fundamental para consolidar la postura doctrinal de la Iglesia frente a las continuas tensiones teológicas y políticas del imperio. Si deseas profundizar más en los debates, en los personajes clave o generar una imagen, indícalo.
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