lunes, 12 de abril de 2021

EL SERMON DE LA MONTAÑA

El Sermón del monte o de la montaña fue, de acuerdo con el Evangelio de Mateo, una prédica ofrecida por Jesús de Nazaret a sus discípulos y a una gran multitud (Mt 5, 1; 7, 28):

“Jesús predica el Sermón del Monte — Sus enseñanzas reemplazan la ley de Moisés y trascienden algunos aspectos de ésta — Se manda a todos los hombres ser perfectos como Su Padre que está en los cielos. Y AL ver las multitudes, subió al monte y se sentó. Y vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo: 3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra como heredad. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los limpio de corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen a persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de a mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. 13 Vosotros sois la a sal de la tierra; pero si la sal perdiere su sabor, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una a vela y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra a luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. 17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no excede a la de los escribas y a la de los fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. 21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. 22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje con su hermano será culpable de juicio; y cualquiera que diga a su hermano: Raca, será culpable ante el concilio; y cualquiera que diga: Insensato, quedará expuesto al fuego del infierno. 23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, a reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. 25 Reconcíliate pronto con tu adversario, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuadrante. 27 Oísteis que fue dicho: No a cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para a codiciarla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. (SANTA BIBLIA REINA-VALERA 2009)”

La tradición dice que la alocución se desarrolló en la ladera de una montaña (de ahí la procedencia de su nombre).

Algunos cristianos contemporáneos creen que se trata del Monte de las Bienaventuranzas, una elevación al norte del Mar de Galilea, cerca de Cafarnaúm.

Probablemente, su porción más conocida es la de las Bienaventuranzas, que se encuentran al inicio. También contiene el Padre nuestro, así como la versión de Jesús de la Regla de oro.

Otros versículos citan a menudo la referencia de «sal de la tierra», «luz del mundo» y otras.

El Sermón del monte puede ser considerado como similar al más sucinto Sermón de la llanura, que se menciona en el Evangelio de Lucas (Lc 6, 17-49):

“17 Y descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano, en compañía de sus discípulos y de una gran multitud del pueblo de toda Judea, y de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades; 18 y los que habían sido atormentados por espíritus inmundos eran sanados. 19 Y toda la gente procuraba tocarle, porque salía poder de él y sanaba a todos. 20 Y alzando él los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 21 Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. 22 Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen y desechen vuestro nombre como malo por causa del Hijo del Hombre. 23 Gozaos en aquel día y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres a los profetas. 24 Pero, ¡ay de vosotros, ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. 25 ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís!, porque lamentaréis y lloraréis. 26 ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!, porque así hacían sus padres con los falsos profetas. 27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 28 bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian. 29 Y al que te golpee en la mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. 30 Y a cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no se lo reclames. 31 Y así como queréis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos. 32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores aman a los que los aman. 33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis?, porque también los pecadores hacen lo mismo. 34 Y si prestáis aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis?, pues también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien y prestad, no esperando de ello nada; y vuestro galardón será grande, y seréis hijos del Altísimo, porque él es benigno para con los ingratos y los malos. 36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. 37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. 38 Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosante se os dará en vuestro regazo, porque con la misma medida con que midiereis, se os volverá a medir. 39 Y les dijo una parábola: ¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el a hoyo? 40 El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado será como su maestro. 41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano y no consideras la viga que está en tu propio ojo? 42 ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en tu ojo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. 43 Porque no es buen árbol el que da malos frutos; ni árbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su fruto, pues no se recogen higos de los espinos, ni se vendimian uvas de las zarzas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca el bien; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca el mal; porque de la abundancia del corazón habla la boca. 46 ¿Por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? 47 Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las hace, os enseñaré a quién es semejante: 48 Semejante es al hombre que, al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. 49 Pero el que las oyó y no las obedeció es semejante al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra ella el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa”. (SANTA BIBLIA REINA-VALERA 2009)


Algunos comentaristas creen que puede tratarse de versiones distintas del mismo texto, mientras que otros dicen que Jesús predicaba frecuentemente temas similares en diferentes lugares.

En tercer lugar, hay quienes creen que ninguno de los sermones realmente existió, sino que ambos son compilaciones de las primeras enseñanzas de Jesús tal como se muestran en Mateo y Lucas.

Para muchos, el Sermón del monte contiene las disciplinas principales del cristianismo y es considerado como tal por muchos pensadores morales y religiosos como Tolstói y Gandhi.

El erudito del Nuevo Testamento, Burnett Hillman Streeter, Oxford, estableció ya en la década de 1930 que «la enseñanza moral de Buda tienen ciertas similitudes notables con el Sermón de la Montaña.


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